viernes, 28 de febrero de 2014

ENTREVISTA AL ARZOBISPO DE TANGER SOBRE INMIGRACIÓN

Santiago Agrelo: “La valla es una política economicista y opresora del pobre.”

Santiago Agrelo, arzobispo gallego de Tánger insta a cambiar las conciencias ante la inmigración

Por el aspecto -muy sencillo, con un pin de Cáritas en la solapa- no parece un arzobispo; por el número de fieles de su diócesis -apenas unos 2.000 católicos de paso por Tánger- tampoco; pero es su discurso lo que marca las diferencias en este gallego.
- Dice la Biblia: “Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que va desnudo”. Y nosotros plantamos una valla en la frontera.
- Hay que diferenciar dos mundos: el mundo de los intereses nacionales, que no sé con qué criterios se determinan, y el mundo de la fe, donde no hay fronteras.

- Pero el primero es el que cuenta para quien salta la valla.
- Así es. Aun así, ellos tienen su fe. Si no religiosa, sí tienen fe en un sueño, que es una manera de creer en algo. Esa fe en un sueño da una fuerza tan grande que les lleva incluso a desafiar a la muerte. ¡Ojalá los que decimos que tenemos fe en Dios o que creemos en el Evangelio nos moviéramos con la fuerza que ese sueño da a los subsaharianos que saltan la valla! Pero no es solo un sueño, sino la realidad de escapar de una triste realidad de miseria, violencia, falta de perspectivas? Esa amarga realidad hace ilusionante el sueño.

- El problema de la frontera no es la valla ni las cuchillas ni la Guardia Civil. Usted va más al fondo.
- Sí. Si yo pongo una valla y cuchillas en la frontera es porque la considero infranqueable para determinadas personas. ¿Pero quién soy yo para impermeabilizar esa frontera? ¿Tengo yo más derecho que el que tiene el pobre a traspasarla? Cuando se trata de legislar respecto a los pobres lo hacemos siempre los ricos, y siempre desde nuestra perspectiva y no respecto a sus necesidades. En ese sentido, las fronteras son racionales para los ricos, pero son irracionales, absurdas, opresoras y discriminatorias para los pobres. ¿Sería posible que a la hora de legislar tuviéramos la delicadeza de preguntarles a ellos qué esperan y cómo podemos ayudarles?

- Pero no nos importa.
- ¡Esa es la cuestión! El problema es político. Qué importa que ahora retiren las cuchillas si no los van a dejar pasar igual.

- Porque son pobres.
- Claro. Cada año presumimos de que nos visiten 60 millones de turistas, pero cerramos la frontera a estos 4.000 o 5.000 inmigrantes.

- ¿Eso es fruto de una política racista y clasista?
- Es fruto de una política equivocadamente economicista. Se considera que estas personas vienen a restarnos recursos, a ser un gasto y no un beneficio. Con ese criterio les bloqueamos el paso. Incluso nos permitimos el lujo de considerar eso un favor que les hacemos: “No pasan porque lo van a pasar mal»” decimos. Han de cambiar las políticas y las conciencias.

- Desde Tánger, la Iglesia católica se verá más allá de los divorciados y los homosexuales.
- (Ríe) Digamos que la cosa nos concierne poco o nada. Además, eso va mucho con la mentalidad de las personas, la educación recibida y el trato mantenido. En mi vida hubo siempre homosexuales y divorciados. Los vi como amigos, algunas veces como amigos íntimos. En la Iglesia nadie debe emitir juicios.

- ¿Por qué no impera esa visión?
- Si te han enseñado a reducir el Evangelio a lo doctrinal, a la verdad, mirarás todas las cosas desde esa perspectiva de la verdad. Sin embargo, cuando la vida está regulada no por una supuesta verdad, sino por el amor, todo es posible. Ninguna persona se ha de quedar a la puerta de mi casa, sea de otra religión, ateo, homosexual o no importa qué. Jesús no preguntaba identidades. Queda mucho por cambiar en nuestra mentalidad.

- ¿La Iglesia debe primar su papel de ONG frente al de coaccionadora del poder?
- Ni una cosa ni otra. La Iglesia no ayuda al otro como filantropía, sino como continuación del amor de Cristo en el mundo, que es mucho más que ser una ONG. Otra cosa es la cuestión del poder. Ahí tenemos un problema serio. En vez de ser fermento en la masa social -es decir, disolvernos en ella-, seguimos pretendiendo ser órganos de poder. En este aspecto, a la Iglesia aún nos toca recorrer un camino de discernimiento, renuncia y empobrecimiento. Todavía nos sentimos poderosos. Pero eso a Dios no le gusta.

- De todas las manchas que arrastra la Iglesia en la actualidad, ¿cuál le duele más?
- A la Iglesia nos ha hecho sangrar mucho el asunto de la pederastia, porque es un problema muy serio y muy doloroso para las víctimas por el daño que se ha hecho a tantas personas. Al mismo tiempo, para nosotros ha sido doloroso porque se señaló a la Iglesia, en general, como responsable de ese daño. Yo me he pasado la vida entre niños y jóvenes; he dado la vida en medio de ellos. Y aunque a mí no me ha pasado, que entres en un bar y te digan “pederasta” es algo terrible. Aparte de eso, nos hace mucho daño que se asocie a la Iglesia con el PP.

- Disculpe el inciso, pero esa vinculación se la han ganado a pulso?
- Sí, sí. Pero lo que digo es que nos hace daño.

- ¿Por qué?
- Nos hace daño porque el Evangelio no es de derechas.

- Todo lo contrario.
- Sí. No sé si se entenderá si digo que Dios es de izquierdas. Con lo cual no digo que sea del PSOE o de Izquierda Unida. Dios sería de derechas si se preocupara de Dios, pero es de izquierdas porque se preocupa de ti y de mí. La Iglesia ha de mostrar que no se preocupa de sí misma ni de Dios, sino del otro. En este sentido, nos hace daño que se nos identifique con políticas que se preocupan del dinero y de cosas que no tocan.

- ¿Por qué es tan raro encontrar este discurso en la jerarquía?
- Se trata de la cercanía con la que vives la pobreza. Pongo un ejemplo: en 2005, yo era párroco en la Diócesis de Astorga. Hubo un intento de salto a la valla de Ceuta y murieron cinco inmigrantes. Recuerdo que pensé: qué vienen a hacer, quién les manda subirse a la valla, la Guardia Civil tiene que rechazarlos. Ése era mi pensamiento. Luego llego a Marruecos y me encuentro con ellos. Y mi pensamiento ha cambiado. Porque una cosa es hablar de la pobreza y otra cosa es encontrarte con el pobre. Ahora ya sé porque suben a esa valla. Mil cosas empujan a esas personas a una valla a la que nunca hubieran querido acercarse si hubieran tenido otra posibilidad.

Paco Cerdá
www.farodevigo.es

ENTREVISTA A JOSÉ ANTONIO PAGOLA

Entrevista realizada por el Foro Iglesia Viva de Burgos con motivo de la charla desarrollada el 19 de febrero de 2014 en el salón del Círculo de Julio Saez de la Hoya. José Antonio Pagola nos desarrolló un poco el programa que lleva tiempo proclamando: ¡"Volver a Jesús!". Curiosamente ha querido ponerle como subtítulo un texto de la reciente Exhortación del Papa Fracisco sobre la alegría del evangelio en su número 10: Retomar la frescura inicial del evangelio.

Jesús siempre puede, con su novedad, renovar nuestra vida y nuestra comunidad y, aunque atraviese épocas oscuras y debilidades eclesiales, la propuesta cristiana nunca envejece. Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina.

Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual. En realidad, toda auténtica acción evangelizadora es siempre "nueva" 



EL DÍA QUE RATZINGER DIJO ¡ BASTA !

La renuncia de Benedicto XVI al papado sacudió al mundo y propició la segunda revolución franciscana

( Publicado en  EL CORREO-Digital por Pedro Ontoso el miércoles, 26 de febrero de 2014 )


Varios cuervos se posan sobre una estatua de la basílica de San Pedro, en el Vaticano.
    Benedicto XVI reapareció el pasado sábado en un acto público cargado de simbolismo. El nombramiento de los primeros cardenales de Francisco, los que le asesorarán en su pontificado, abierto de una manera abrupta, ahora hace un año, cuando Ratzinger recuperó la energía de su antiguo ‘brazo de hierro’ y pegó un puñetazo sobre la mesa. «La llegada de Francisco ha hecho que por aquellas ventanas que dejó abiertas Juan XXIII entrase ahora un viento austral, unas veces suave como la brisa, otras huracanado, pero siempre saludable y respirable para las estancias de la Iglesia», escribe Pedro Miguel García Fraile, en el prólogo del libro ‘El valor de una decisión’ (PPC), en el que Juan María Laboa, Vicente Vide y Manuel Reyes Mate analizan los motivos y las consecuencias de aquel ¡basta ya! Un total de 174 palabras en latín, que corrieron, Urbi et Orbi, antes de que el viejo profesor de Baviera se despidiera como ‘el barrendero de Dios’, «el que habría limpiado la Iglesia de Cristo de las corruptelas, escándalos y pecados heredados».
    ¿Se trataba acaso del final de una idea sacra del papado?, se pregunta Laboa en la primera parte del libro cuando analiza la sorpresa y el desconcierto generado por aquel anuncio, con el que muchos católicos sintieron el ‘horror vacui’, el horror al vacío en una institución tan sólidamente establecida, diseñada y estructurada. «El hombre que gozaba del poder más personal y más influyente en las conciencias del mundo lo abandonó con calma, con paz y simplicidad, y se introdujo en el mundo del silencio y de la intimidad», escribe.
    El profesor emérito de la Universidad de Comillas recuerda que, según la tradición, el apóstol Pedro murió en la cruz en Roma hacia el año 65 de nuestra era y que a partir de ese momento, los obispos de Roma ejercieron su oficio hasta su muerte, «o a veces hasta que la imposición de los poderosos o su propia voluntad determinaba su punto final». El obispo de Roma era el sucesor de Pedro y se va elaborando su sublimación. «Teólogos y canonistas romanos despliegan su ingenio en la enumeración de títulos y en la atribución de poderes que poco a poco van sedimentando y creando una aureola que seguramente se fundamentaba menos en el Evangelio que en la exageración sacerdotal de cuanto la tradición y la historia atribuían a emperadores y reyes».
    Laboa se refiere a una imagen literaria y poética que terminaba «peligrosamente» teológica. «Los papas, exaltados con desmesura, fueron comportándose, en consecuencia, como monarcas, legisladores y jueces absolutos de la catolicidad. La Curia se convirtió en una maquinaria poderosa de control, de acumulación de beneficios y dinero, de imposición y castigo. Era impersonal en el ejercicio del poder, aunque cada uno de sus miembros tenía sus objetivos y ambiciones bien concretas. Para convertirse en un poder absoluto, los papas necesitaban una Curia implacable, poderosa, dominadora y dócil, y lo consiguieron».
Benedicto XVI reconoció que ya no tenía las fuerzas requeridas para ejercer adecuadamente ese cargo. La renuncia demostró la situacion de indefensión en la que se encontraba el Papa en la Curia romana, «dividida y enfrentada, demasiado mundanizada, apegada a unos vicios y unas ambiciones propias de la política y el poder», señala el historiador de la Iglesia, para quien este abandono ha puesto de manifiesto, también, la urgente necesidad de cambiar, transformar y modernizar el sistema del gobierno central de la Iglesia.
    Vicente Vide, decano de la Facultad de Teología de la Universidad de Deusto, destaca en su análisis que lo que está en juego es la credibilidad de la Iglesia. Por eso arranca ya con unas palabras «proféticas e iluminadoras» de Benedicto XVI: «Hoy la Iglesia se ha convertido para muchos en el principal obstáculo para la fe. En ella solo puede verse la lucha por el poder humano, el mezquino teatro de quienes con sus observaciones quieren absolutizar el cristianismo oficial y paralizar el verdadero espíritu del cristianismo». Y lo decía diez años antes de su sorprendente renuncia cuando ya el gobierno quedaba en manos de secretarios y miembros de una curia centralizada y piramidal.
Pero «de la cruz no se baja», pontificaban los viejos dinosaurios del Vaticano. Vide valora el significado «cristológico y eclesiológico» de la renuncia de Ratzinger. «El papa, que fue prefecto, defensor firme de la fe, valedor del pensamiento metafísico fuerte, asume también la debilidad, la contingencia y el anonadamiento al dejar la silla de Pedro vacía, y la imperfección, ante muchos ojos eclesiales y humanos, de no terminar con la muerte su pontificado». El teólogo insiste: «Desmitificar el papado, como lo ha hecho Benedicto XVI, contribuye a la credibilidad del mismo y de la Iglesia como así ha sucedido. Es sorprendente cómo en unos meses ha aumentado la credibilidad y la imagen pública de la Iglesia. Es verdad que se debe sobre todo al papa Francisco, pero la elección de papa Francisco ha sido posible gracias a la renuncia de Benedicto XVI», defiende.
    Vicente Vide pone en valor la carta que envió el jesuita Henrio Boulad a Benedicto XVI en 2009 con un diagnóstico eclesial muy acertado, que coincide con lo que ahora impulsa el jesuita Bergoglio. En la carta de Boulad, padre egipcio-libanés de rito melquita, se señalaba cómo la práctica religiosa está en constante declive y los seminarios y noviciados se vacían. Y se advertía de que el lenguaje de la Iglesia es «obsoleto, anacrónico, moralizante y totalmente inadaptado a nuestra época». Proponía una renovación y reformulación teológica y catequética, «superando una fe demasiado cerebral, abstracta y dogmática». Vide observa que lo que proponía en el plano moral «coincide con el planteamiento que también está haciendo Francisco: los dictámenes del magisterio sobre el aborto, el divorcio y la moral sexual requieren algo más que declaraciones categóricas, necesitan de un tratamiento pastoral, sociológico, psicológico y humano», propone.

El compromiso de llamarse Francisco
    Reyes Mate, profesor de Investigación en el Instituto de Filosofía del CSIC, entiende la renuncia de Ratzinger como un gesto apocalíptico y reflexiona sobre la temporalidad del ministerio a través de una comparación entre el discurso del Papa y de su colega alemán Johann Baptist Metz, que representaban dos teologías contrapuestas. El segundo defiende que la apocalíptica es la madre de la teología cristiana. «Los acontecimientos –escribe Reyes Mate– obligan a las personas ya las instituciones a repensar los compromisos y las promesas. Auschwitz, por ejemplo, cuestiona las consoladoras teologías de la historia a lo Teilhard, Pannenberg o Ratzinger».
     El filósofo concluye que Francisco es el Papa que sucede al que renunció, es decir, en él se encarna el nuevo tiempo, por lo que la pregunta es «si tendrá el coraje de transformar este acontecimiento en un giro apocalíptico». Reyes Mate destaca que Francisco no solo abraza el ideal de pobreza, «sino que lo funda en una renuncia que no es al ministerio papal, sino a algo mucho más radical: la renuncia a todo derecho, al derecho a ser sujeto de derechos. El derecho es imperio de la ley, es decir, poder. Su fuerte no es una nueva doctrina sino una nueva forma de vida», sostiene.
    En cualquier caso, Reyes Mate admite que los primeros pasos de este franciscanismo prometen mucho y son esperanzadores. «El sabrá por qué ha elegido ese nombre», destaca. Juan María Laboa entra también en este debate. Bergoglio eligió el nombre de Francisco «un nombre que es incompatible con el fasto, la soberbia de los ojos, el alejamiento de los hermanos, el poder y la gloria humanos. Ningún papa se había atrevido a adoptar este nombre, porque fueron conscientes del compromiso que significaba».
    ¿Es extraordinario y desconcertante todo lo que ha hecho y predicado Francisco desde sus primeros días? Laboa sostiene que lo que debiera desconcertarnos es que «el obispo de Roma, el llamado vicario de Cristo, navegue entre lujos, acompañado de guardias suizos, rodeado de obispos que actúan como monaguillos, en tronos, palacios, sillas gestatorias y rodillos mecánicos, envuelto en sedas, puntillas, armiños, mantos, manteletas, zapatos de Prada y mil zarandajas semejantes, siempre, eso sí, acompañado de una cruz en la que cuelga nuestro Fundador. Si volviera Cristo ¿cómo se presentaría? No lo sabemos, pero ¿lo imaginamos disfrazado de tal guisa?

jueves, 20 de febrero de 2014

Foro 2014: POR DONDE VIENE LA VIDA / BIZITZA NON, BEGIAK HAN



POR DONDE VIENE LA VIDA

Se trata de buscar e ir —y dejarse fl uir— por donde 
va la corriente de la vida, y no por las vías de las mil
muertes anunciadas que propicia el sistema neoliberal
exterminador. Se trata de iniciar, cada vez, la vida, con
mirada nueva. Beber de pozos que refresquen la resistencia
y el gozo de vivir. Participar en una economía
del vivir distinta, cooperadora y no depredadora. Colaborar
con los movimientos del cuidado de la vida y con
las propuestas que ya inauguran otro modo de vivir. Se
trata de enrolarnos en las formas expresivas actuales,
las inteligibles por el ser humano de hoy, para que este
pueda abrirse las puertas a una vida más plena.
Porque… ¿qué es el ser humano si no vibra en el grito
“¡vivo!”, y no siente, conmovido, el misterio benevolente
y generoso de la vida, y no hace nada para que
llegue, con justicia, a todas y a todos?
En fin, DONDE ESTÉ LA VIDA, AHÍ ESTARÁN
NUESTROS OJOS

BIZITZA NON, BEGIAK HAN

Bizitzaren korrontea nondik doan aurkitzean datza eta
bertatik joatea, eta ez sistema neoliberal hiltzaileak
daraman bidetik. Aldiro, bizitza begirada berriarekin
hastean datza.
Erresistentzia eta bizitzeko gogoa freskatzen duen iturrietatik
edan. Bizitzeko ekonomia ezberdin batean
parte hartzea, lankidetzan oinarritua, ez harrapakaria.
Bizitzaren zaintzan diarduten mugimenduekin elkarlanean
aritu, eta bizitzeko beste modu bat aurrikusten
duten proposamenekin. Gaur egungo forma espresiboetan
parte hartzea, gizakiari ulergarriak zaizkionak,
bizitza oso batera irekitzeko aukera izan dezan.
Zeren eta... zer da gizakia, ez bada hunkitzen “bizi naiz”
oihuan, eta ez badu sentitzen, bizitzaren misterio zintzo
eta onbera, eta ez badu ezer egiten, denei, justiziaz hel
dakieken?
Hitz batez, BIZITZA NON, BEGIAK HAN